La conmoción que causó esta semana en los medios de EE.UU. el extraño
caso de un joven que llora lágrimas de sangre ha conducido a especialistas a
rescatar sus conocimientos sobre esta rara enfermedad, que solo una vez "cada
muchos años" se presenta "sin causa aparente", explicaron hoy
expertos.
La vida de Calvino Inman, de 15 años, cambió de golpe una noche de mayo,
cuando, al salir de la ducha, observó cómo brotaba sangre de sus ojos.
"Creí que iba a morir", dijo Inman en una entrevista con un canal de
la cadena ABC en su localidad, Rockwood (Tennessee).
Los intentos de la madre de Inman, Tammy Mynatt, de averiguar qué le
ocurría a su hijo chocaron con un desconcierto casi completo de los médicos de
Rockwood, que le respondieron que nunca habían visto nada igual y que no sabían
cómo pararlo.
Sin embargo, desde que Mynatt contó su problema en televisión el pasado
domingo, expertos de distintas especialidades, contactados por varios medios,
han rescatado de sus archivos médicos una enfermedad que se da en una
proporción de uno en un millón y para la que no existen, por el momento,
respuestas.
Se trata de haemolacria, una condición por la que ojos producen lágrimas
mezcladas con sangre y que suele darse en gente que ha sufrido un trauma o que
se está recuperando de una contusión seria en el cráneo, dijo hoy a la cadena
CNN el doctor Barrett G. Haik, director del Instituto Ocular Hamilton de la
Universidad de Tennessee.
"Lo extraño es que se produzca en un niño como él. Sólo una vez
cada muchos años aparece alguien que lo sufra sin causa aparente", añadió
Haik, que en 2004 publicó un estudio sobre la enfermedad y sólo pudo encontrar
4 casos registrados en el país entre 1992 y 2003.
James Flemming, otro especialista del mismo instituto, está revisando el
historial médico de Inman para determinar un posible tratamiento, y anticipa
que el adolescente tendrá que pasar por consultas de oftalmólogos,
otorrinolaringólogos y hematólogos (especialistas en sangre).
La condición podría estar relacionada con la formación de coágulos de
sangre, con un tumor cercano al ojo, o una infección tan pequeña que las
pruebas no han podido detectar, según Flemming.
Pero, además, el caso de Inman requiere una evaluación psicológica.
"No podemos descartar ninguna posibilidad, y ha habido casos de niños que
buscan atención y encuentran formas muy creativas de estimular los síntomas de
la haemolacria", dijo Flemming.
Pese a que Flemming ha prometido a Mynatt una investigación exhaustiva,
no puede garantizarle que la condición de su hijo debe ser un misterio médico:
en los cuatro casos que Haik examinó en 2004, los ojos acabaron por dejar de
sangrar, sin que se pudiera determinar la causa.
"Como médicos, es desconcertante, porque nos gusta tener las
respuestas", dijo Haik.
Para Inman, no sólo se trata de su salud, sino de normalizar su vida en
Rockwood. "Casi todos mis amigos han dicho que estoy poseído",
reconoce el joven, cuyas imágenes en un vídeo de Youtube han recibido miles de
visitas. EFE